jueves, 10 de diciembre de 2015

LA FALSA SENSACIÓN DE INVULNERABILIDAD ANTE LAS SECTAS

¿Por qué las sectas suelen escapar a las inspecciones y los controles de que son objeto otras organizaciones y actividades? ¿Se debe a que muchos grupos se ocultan, se amparan en la Constitución del país donde se encuentran al solicitar estatus religioso, lo que no sólo los libera de pagar impuestos sino que también les reporta ciertos privilegios que sin duda nunca se han merecido? ¿Es porque, como sociedad, estamos acostumbrados a mirar hacia otro lado?

A las sectas se las comprende muy poco y rara vez se las observa con atención. De no ser así, muchos más de nosotros sin duda protestaríamos. En la actualidad la mayoría de las personas no es consciente de la existencia de las sectas, hasta que las sobresalta una noticia periodística sobre la conducta extravagante o ilegal de alguna de ellas.

Culpar a las víctimas de las sectas es una respuesta constante al infortunio que les sucede a los otros. Cuando alguien va a una secta, la tendencia en la sociedad es decir que debe haber algo malo en esa persona. Debe haber algún defecto personal, debe ser estúpido, loco o débil mental; de lo contrario, no habría ingresado en tal grupo. Esta tendencia a culpar a las víctimas de las sectas impide que tales víctimas sean reconocidas y entendidas de forma suficiente por una sociedad llena de tabúes y por una Administración pública incompetente.

En la evaluación de la víctima se pasan por alto las acciones de la secta. La víctima de una secta ha estado en situaciones de "dependencia forzada" como consecuencia de haber sido sometida a procesos de reforma del pensamiento, a programas de reconstrucción de la conducta, un programa de manipulación sistemática que emplea técnicas psicológicas y sociales.

El común de las personas desprecia a aquellos que participan en una secta, que son objeto de algún fraude o permanecen por mucho tiempo con un grupo abusivo. Eso sólo le sucede a la gente débil y tonta (piensan con jactancia las personas), y "a mí no" me va a suceder. Hay una aversión casi universal a aceptar la idea de que nosotros mismos seamos vulnerables a la persuasión. Margaret Thaler Singer, experta en sectas, ha oído eso a periodistas, profesores universitarios, vecinos, pasajeros que viajan en el asiento de al lado en el avión, gente con la que conversa en la calle, estudiantes graduados, jardineros, vendedores. Pero ni la educación ni la edad ni la clase social protegen a una persona de esa falsa sensación de invulnerabilidad.

En una ocasión, Margaret Thaler Singer estuvo en Suiza para dar unas conferencias. Un psiquiatra suizo abrió el programa con las siguientes palabras: "tenemos una sociedad de clase media tan educada y compacta, que no hay sectas aquí. Las sectas nunca irrumpirán en este país." Entonces, Margaret Thaler Singer proporcionó un material con las direcciones de varias sectas grandes, conocidas internacionalmente, así como de varias sectas pequeñas que operaban en Zurich y en otras ciudades suizas. Pocos o ningún país del mundo carece de sectas.

Todos somos vulnerables a la publicidad de una secta, en especial porque nuestra sociedad se vuelva cada vez más mercantilizada, violenta, alienante, sin estructura. Como sociedad debemos buscar programas preventivos educacionales e informativos que enseñan acerca del "reclutamiento abierto" y del "engañoso" de las sectas y que expongan las técnicas manipuladoras y carentes de ética empleadas por los grupos sectarios para mantener a sus miembros, por medio del sentimiento de culpa, unidos y sometidos al grupo.