viernes, 30 de diciembre de 2022

ESE PAÍS

UCRANIA 

A comienzos de 2006 Rusia cortaba el suministro de gas natural a Ucrania y aumentaba el precio. La ineficiente industria de Ucrania utilizaba un 70 por ciento más combustible por producto que cualquier otro país competidor, o sea, contaminaba. Putin necesitaba vengarse de Yuschenko el primer ministro ucraniano de entonces, pro-estadounidense, que ganó las elecciones de 2004 frente al candidato protegido por Rusia. Yuschenko pretendía que Ucrania abandonara su dependencia histórica de Moscú y se integrara en la Unión Europea y en la OTAN. Pero Ucrania cobra como derechos de tránsito del gas ruso destinado a Europa un 15 por ciento del gas que circula por su territorio. También era entonces un problema para la Unión Europea.

Cuando Zelenski estuvo en el Congreso de los Diputados (abril 2022), no todos los diputados españoles aplaudieron al unísono al ucraniano. Los dos diputados de la CUP no participaron en la ovación para que su gesto no se confundiera con un “aplauso acrítico que no hace ningún bien a la causa de la paz”. Los anticapitalistas catalanes no se podían permitir un respaldo unánime a un presidente, Zelenski, que ha ilegalizado partidos políticos y al que acusan de tolerar elementos neonazis en sus instituciones y fuerzas armadas. El secretario general del Partido Comunista de España, Enrique Santiago, también se resistió a aplaudir por motivos semejantes. Dos diputados de Izquierda Unida, Miguel Ángel Bustamante y Roser Maestro, señalaron que Ucrania no es un modelo de democracia y que se ausentaron del pleno del Congreso por su conciencia antifascista. Seguramente comparten al menos una parte del discurso de Putin en el Kremlin (30 septiembre 2022): “Occidente está dispuesto a pasar por encima de todo para preservar el sistema neocolonial que le permite parasitar, de hecho saquear, el mundo a expensas del poder del dólar y los dictados tecnológicos, para cobrar verdadero tributo a la humanidad, para extraer la principal fuente de prosperidad no ganada, la renta de la potencia hegemónica”.

Lo que revelan los diputados de izquierda es la falta de información real sobre Ucrania. Antes de la intervención rusa, Ucrania era uno de los países más corruptos: había bases militares occidentales, ingeniería cibernética de financiación occidental, intereses energéticos (por ejemplo, inversiones del hijo de Hunter Biden, implicado en prostitución con menores, drogas, oscuros negocios en China y Ucrania), laboratorios de guerra biológica (para hacer que los virus fueran más letales, como en Wuhan, China), blanqueo de capitales. Ucrania, gobernada por caciques y oligarquías, no ha sido ni es la mejor de las democracias. Por tanto, los aplausos de los miembros del parlamento de la Unión Europea y del Congreso de Estados Unidos son muy dudosos. Los medios de comunicación han aumentado las informaciones que estimulan el emocionalismo de los occidentales (y decisiones políticas desafortunadas), pero no han informado de qué vida parlamentaria tiene Ucrania, qué partidos políticos hay, cuáles han sido ilegalizados y por qué, si la Constitución ucraniana de 1996 sigue vigente la primera después del comunismo), etc. No se ha hecho nada para brindar justicia a los niños de los orfanatos ucranianos, totalmente desatendidos, expuestos a cualquier atropello, ni para brindar justicia a las víctimas de desapariciones forzadas, de actos de tortura y de detención ilegal a manos de miembros del Servicio de Inteligencia Ucraniano en el este de Ucrania entre 2014 y 2016. (informe “Ucrania 2021” de Amnistía Internacional). Varios miembros del batallón pro-ucraniano Tornado fueron juzgados en 2016 por los abusos cometidos en el Donbás, violaciones incluidas. Los partidarios de los paramilitares intimidaron a los jueces. Ocho excombatientes recibieron penas de entre 8 y 11 años de cárcel. Ninguno fue condenado por crímenes de guerra, aunque los hechos habrían podido ser calificados como tales. Ha habido acciones de guerra sucia (las presuntas masacres de Bucha) de las inteligencias británica, canadiense y norteamericana para inculpar a Rusia de hechos que han sido preparados a propósito para hacer de Rusia lo más malo del mundo. El mismo Zelenski y sus tropas nazis han hecho operaciones de guerra sucia, pero ya sin el amparo de las inteligencias británica y norteamericana (los misiles contra Polonia) y eso ha disgustado ya a los que empezaron a apoyarlo en esa guerra psicológica, económica, financiera y militar de Estados Unidos y Reino Unido contra Europa.

Oleksandra Matviichuk, nobel de la Paz 2022 y directora del Centro para las libertades civiles, lleva años abogando por la aprobación del proyecto de ley 2689, que detalla de forma más concreta los crímenes de guerra y contra la humanidad, especialmente las agresiones sexuales. El proyecto de ley, ratificado por el parlamento ucraniano en 2020, espera ser firmado por el presidente Zelenski, pero no hay voluntad política: los militares, convertidos en héroes, se oponían a los cambios en las leyes.

No se ha informado de la vida civil de Ucrania, de qué instituciones jurídicas garantizan el Estado de Derecho, de qué ministros se compone el gobierno (porque la apariencia es de un gobierno autócrata de Zelenski, protagonista único), de qué universidades, qué prensa libre, qué industrias, etc. ¿Y por qué las armas con que Europa ayuda a Ucrania aparecen luego en el mercado del tráfico internacional de armas en los países centroafricanos? Eso es propio de un país y de un presidente hipócrita y corrupto cuando pide más armas a Occidente. Igual que en la tragedia de Siria, toda la información está manipulada, en este caso poniendo todo a favor del cómico Zelenski elevado a héroe nacional y extorsionador moral y económico que dicta lo que los países occidentales deben hacer. 

https://zarauste.blogspot.com/2015/11/la-secta-de-los-periodistas.html 

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