miércoles, 27 de junio de 2018

DAS EXPERIMENT


Esta durísima película dirigida por el alemán Oliver Hirschbiegel en 2001 y protagonizada por Moritz Bleibtreu presenta los hechos reales sucedidos en Palo Alto, en Estados Unidos, durante un experimento humano: el de la prisión de Stanford.

Se muestran situaciones tremendas y la convulsión de unas personas al límite. El eje del experimento y de la acción fílmica estriba en la confusión entre realidad y ficción, en la manipulación de mecanismos sensoriales y emocionales del hombre, que conducen a una progresiva enajenación y alienación en sus pautas de comportamiento. Todo esto nos resulta familiar por todo lo comentado en este blog sobre las sectas, sobre los medios de entretenimiento (incluso concursos televisivos) y de comunicación manipulados, sobre las técnicas de entrenamiento masivo para directivos y empleados de grandes y medianas empresas y sobre el comportamiento sectario de las redes sociales como Facebook.

Unos científicos del gobierno de Estados Unidos seleccionan a 20 hombres con salud y trabajo normales, que pasan a convivir en una cárcel ficticia durante 14 días a cambio de dinero. Al menos, se les advierte de fuertes e incluso extremas presiones psicológicas. Se les niega la privacidad y los derechos civiles, pero también se les promete que no sufrirán daño físico alguno.

Ocho de ellos, elegidos por sorteo, llevan a cabo el papel de guardianes; los otros 12 deben aceptar su condición de presidiarios. Lo que comienza como un juego con reglas básicas se convertirá en una caótica pérdida de la noción colectiva de la realidad. A este desastre apunta este experimento de Stanford sobre la convivencia y la supervivencia de una colectividad carente de libertad.

Los personajes, nombrados incluso por números, confunden lo que son y lo que parecen ser. Estos alienados roles de comportamiento se expanden a la necesidad de encontrar en el otro la carencia personal. En menos de 36 horas, de conejillos de Indias pasan a ser quienes no son.

En el extremo de la negatividad y el poder coercitivo aparece el neonazi Berus, y por el lado rebelde frente a la autoridad totalitaria, el prisionero 77, Tarek Fahd, en un duelo de fuerzas. La aparición de dos líderes en el manso redil crea una bipolarización extrema. Guiados por impulsos primarios, no habrá marcha atrás ante el caos, la ruptura y la violencia para alcanzar los objetivos.

Las actitudes extremas de los personajes promueven la reflexión: las actuaciones que humillan a otros y los actos infrahumanos de tortura por desgracia se asumen bajo el autoengaño por quienes los llevan a cabo y por el grupo que los tolera sin levantar ninguna objeción.

En la reflexión se puede apuntar más hondo, primero al asesino innato que cada humano lleva dentro en su psiquis animal; en segundo lugar, que los seres humanos ven y perciben barbaries y vejaciones complacientemente sin hacer nada para remediarlas.

El experimento de Stanford no es más que la continuación de los experimentos de los médicos y psiquiatras de la Alemania nazi y de la Inglaterra del Instituto Tavistock. Ya se encargaron las naciones aliadas, con ayuda de las oligarquías del capitalismo, de la política y la milicia y de los grandes monopolios, de salvar a médicos y psiquiatras de la Alemania nazi para sacar partido de los resultados de sus experimentos y desarrollarlos para el control de las mentalidades y de los grupos sociales, étnicos y nacionales en lo que se llama “ingeniería social” a escala mundial.


https://hipertextual.com/juno/fraude-experimento-prision-stanford

 https://zarauste.blogspot.com/2017/06/comportamiento-sectario-de-redes.html