lunes, 28 de mayo de 2018

DEIN FERNSEHER LÜGT

Esta película, titulada en inglés Reclaim your brain y en español Un juego de inteligencia (2007) está dirigida por Hans Weingartner y protagonizada por Moritz Blibtreu, Elsa Schultz, Milan Peschel y Gregor Bloeb.

Es interesante la historia del productor de televisión, Rainer, que después de haber conseguido grandes éxitos gracias a estúpidos y vulgares programas (muchas veces robando ideas de otros de Inglaterra, de Japón...) parece tenerlo todo: sensaciones, fiestas, drogas, dinero, un ático, un coche de los mejores, un amor, que parecen seguros, hasta que todo se le viene abajo. El fracaso lo lleva a reflexionar sobre la simplificación y la idiotización de la sociedad a través de la televisión y de periodistas y presentadores que no tienen carrera ni estudios.

Conoce a una mujer y contrata a gente desempleada para formar un grupo que le ayuda a luchar de forma decisiva contra esa clase de televisión. En una conversación con un ejecutivo de la cadena televisiva se dice: "nuestro trabajo no es hacerles mejores personas; esto es un negocio". Pero el productor Rainer no está de acuerdo y empezará su nuevo cometido.

Entre los asuntos personales de los personajes principales se plantean, por ejemplo, cuestiones importantes, como las acusaciones difamatorias de dopaje en el deporte de natación y el consiguiente suicidio de un deportista a causa de las difamaciones.

Entre los asuntos generales, cuestiones como las declaraciones falseadas sobre la guerra de Irak en 1991. En el conflicto del golfo Pérsico el impedir que los periodistas siguieran los acontecimientos se convirtió en regla explícita de prohibición por parte del alto mando norteamericano y francés. Era una política de censura completa denunciada por los periodistas norteamericanos y franceses.

Pero la película se concentra en otras cosas que la gente no sabe y debería saber. El Institut für Media Analyse (IMA) utiliza audímetros para medir los niveles de audiencia de los programas de televisión. Un audímetro representa a 15 000 espectadores, y esos medidores de audiencia están repartidos en 5 500 hogares. El resultado es que cuando se habla del alto índice de audiencia de un programa esa información está falseada.

Los índices de audiencia son el talón de Aquiles de un negocio, el televisivo, muy bien montado. Una conclusión de la campaña de Rainer es que ni a los parados ni a los estudiantes se les tiene en cuenta a la hora de medir la audiencia. Al final, consigue destapar el asunto ante la opinión pública y se produce una "primavera intelectual en Alemania", los ciudadanos leen libros, piensan por sí mismos, no dependen de la televisión ni de los telediarios, la información de los pobres, de los que tienen menos defensas culturales.