viernes, 29 de septiembre de 2017

EL PAPEL DE LOS PADRES EN LAS SECTAS

Los padres tienen una grave responsabilidad al no presentar denuncias judiciales y limitarse a ser testigos pasivos de cómo se pisotean los derechos de hijos (de sus propios hijos) y padres dentro de las sectas. 

Habitualmente, las sectas no respetan el papel de los padres, que sólo son intermediarios que se ocupan de que los hijos obedezcan la voluntad del líder. En muchos grupos sectarios que tienen como base la Biblia tampoco se fomenta el respeto a los padres como podría esperarse. Antes bien, el líder se coloca a sí mismo como un guardabarrera entre los padres y su Dios.

Los padres deben conseguir que los hijos se sometan a ellos y a los dictados del líder para demostrar que ellos mismos se someten al líder, que se convierte en la única persona a la que se debe brindar gran respeto, obediencia y veneración. Si hay funcionarios de alto nivel en el grupo sectario, también se les debe obedecer, pero en realidad no son más que herramientas del líder. Además, en muchos grupos sectarios, en especial los psicoterapéuticos y los que se basan en la Biblia, la dedicación de los padres se mide por la disposición a abusar de los hijos a solicitud del líder. Se les enseña que el líder es el único camino al esclarecimiento, a Dios, a la salud mental o a la corrección política, y que a menos que sus hijos se sometan a ellos, y ellos al líder, no podrán alcanzar el resultado prometido.

"Nos enseñaban que no debemos apegarnos a nuestros propios hijos", escribió una madre que describía sus tres años en la Iglesia de la Unificación. Ella mencionó sentir una "tremenda culpa por considerar siquiera el bienestar de los niños."

En algunos grupos, los padres que prestan la más leve atención o pensamiento a sus hijos pueden ser atacados verbalmente y castigados de otras maneras por "malcriarlos", según la secta. Pero como escribió esa misma madre: "¿Cómo se podía malcriar a una niña que estaba en situación de carencia emocional casi completa, una niña que nunca sabía cuándo vería a su madre, una niña que, sin ninguna coherencia aparente y según quién la cuidara de momento, recibía una disciplina nula o de gran severidad?"

Una abuela visitó a sus parientes en un grupo sectario de estilo de vida que tiene ramificaciones en todo el mundo y que ha sido el tema de informes publicados de abusos y otras costumbres sectarias, como separar a los hijos de los padres. Mientras la abuela estaba de visita, le preguntó a su nieto si había una sala donde los niños pudieran jugar y leer libros. El niño no pareció saber la respuesta y contestó: "Debo tener un estúpido. Pregúntales a los estúpidos", refiriéndose a sus padres.

Otro grupo de abuelos comentó a la doctora en psicología clínica y experta en sectas Margaret Thaler Singer que el líder David Koresh (de la fatal secta de Waco) había enseñado a los niños pequeños a referirse a sus padres como a los "perros". En los dos casos, los abuelos entendieron que los niños no captaban el grado de escarnio y de extravagancia de llamar "estúpidos" o "perros" a sus propios padres.

Aunque los padres estén en el mismo edificio que sus hijos, los deberes y las reuniones del grupo sectario ocupan tanto tiempo, que después disponen de poco para acompañar a sus propios hijos. Además, las acciones del líder suscitan ira y frustración en los padres, pero, como se atreven a expresar esa ira hacia el líder, cuando ven a sus hijos a menudo la descargan contra ellos.

Cuando uno de los padres abandona el grupo y el otro permanece, al padre ausente se lo denomina "satánico" u otros términos despectivos, y se desalienta al niño en cuanto a tener alguna relación con ese padre. Cuando los niños ven al padre que ya no forma parte del grupo sectario, pueden sentirse profundamente incómodos y temer el castigo o la marginación al volver al ambiente del grupo. Esto les causa un estrés innecesario.

Los padres integrados en grupos sectarios entregan la custodia de sus hijos a terceros, de modo que el líder o el grupo se convierten en custodios reales de los niños. Así que los pequeños pueden vivir con adultos que no son sus padres o ser enviados a sedes regidas por el grupo en otros Estados o países. Algunos grupos (como los sullivanianos, un grupo psicoterapéutico-político iniciado por Saul Newton) proclaman abiertamente que se debe destruir la familia, que los niños deben ser criados por el grupo, sin vínculos especiales con sus padres. En el grupo de Saul Newton, los sullivanianos adultos no debían conversar con sus propios padres.

El ambiente de "reforma del pensamiento" y las ideas totalitarias que se encuentran en los grupos sectarios tienen un papel importante en cuanto a influir sobre los padres para que se mantengan al margen mientras sus hijos y otros son objeto de abusos graves y a veces hasta asesinados ante sus propios ojos.

En estas situaciones confluyen diversos factores. Hay una interacción entre la ideología del grupo y el papel autoritario del líder que tiene un impacto particular sobre el pensamiento y la conducta de los padres. Mediante el control del sistema y del entorno sociales, el ideólogo autoritario puede obtener la sumisión y la obediencia de los padres. La ideología compartida por el grupo es un conjunto de convicciones con una fuerte carga emotiva sobre la humanidad y la relación con el mundo.

Una vez que los padres han hecho compromisos explícitos de seguir la ideología de un líder concreto, entonces la psicología social nos dice que su declaración abierta consolida e incrementa la probabilidad de que cumplan cualquier conducta que se espere de ellos, incluso conductas opuestas a las que tenían antes. Los padres, como los otros miembros de la secta, asumen "nuevas, pero falsas personalidades" causadas por la instrucción en el grupo y los procesos de "reforma del pensamiento".