miércoles, 13 de noviembre de 2019

EL AFÁN DE DIVINIDAD

Cuando uno no sólo ve sino que observa con atención los reclamos de las sectas y los maestros espirituales, las películas basadas en cómics, los videojuegos, la publicidad, ciertos cursos de filosofía oriental, libros de autoayuda, novelas, series de televisión populistas y demagógicas que divulgan todavía más lo que viene de los grupos sectarios y sociedades secretas que manejan la política, las finanzas, la industria, la farmacia, los medios de comunicación y de información, la cibernética, la telefonía, etc., cuando uno observa todo esta impostura de la nueva era que toca a todos y que invita a cada uno “realiza tus sueños”, “realiza tus deseos”, “te ayudamos para que los veas cumplidos” (muchas veces de forma fantasiosa y ególatra, como se advierte en las campañas de publicidad, por ejemplo de automóviles), le parece de lo más apropiado el sentido de las palabras del psicólogo Alfred Adler. Nos hemos permitido poner entre paréntesis ciertas ampliaciones al menos relativas a los grupos sectarios y sus líderes.

“La ambición, en su crecimiento, no conoce límites, siendo interesante observar que tanto en los cuentos como en la realidad el aumento del afán de dominio y poder puede desembocar en una especie de ideal de divinidad (de maestría, de grados espirituales, etc.). No es preciso buscar mucho para encontrar individuos -que constituyen los casos más graves de la falsa orientación que venimos estudiando- que se conducen como si fueran Dios mismo o sus representantes (maestros, gurús, chamanes), o cuyos deseos y objetivos son tales que de cumplirse se convertirían en dioses.” 

“Este fenómeno, el afán de divinidad, es el punto extremo de la propensión a rebasar los límites de la personalidad. Precisamente, en nuestros días son muy conocidos los fenómenos de esta clase. Todos los esfuerzos e intereses agrupados en torno al espiritismo y de la telepatía (en general a los poderes psíquicos, mentales, megapoderes, Star Wars, Harry Potter, héroes de Marvel, etc.) acusan este anhelo de atribuirse fuerzas y poderes que no poseemos los humanos y que parecen tender a anular el tiempo, para ponerse en comunicación con toda clase de espíritus de difuntos (o de fuerzas cósmicas).”
 

“Ahondando aún más, descubrimos que una gran parte de la Humanidad tiene la propensión a asegurarse por lo menos un lugar junto a Dios. Existe aún una serie de escuelas (pseudoescuelas espirituales, esotéricas) cuyo ideal educativo es hacer a los individuos similares a Dios (Krishna, Osiris, etc.). Este ha sido desde un principio el contenido de toda educación religiosa. Nos estremece pensar en los formidables errores (documentados en casos judiciales, policiales, forenses, médicos, en crónicas históricas, periodísticas, etc.) a que tal pretensión ha dado lugar, si bien es comprensible que tenga tan hondas raíces en el hombre.”
 

“Aparte de las razones psicológicas, hay que recordar que una gran parte de la Humanidad basa sus primeros conocimientos del ser humano sobre aquellas palabras bíblicas que declaran que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. La Biblia es, desde luego, una obra magnífica, que tan pronto como se comprende no puede por menos de leerse con admiración; pero al adoptarla para la educación de los niños (y de los jóvenes), hemos de agregarle al menos comentarios que les enseñen a ser modestos, a no sospechar en todas partes fuerzas mágicas y a no pretender que todo se les someta, por haber sido creados a imagen de Dios.” (Alfred Adler)