viernes, 9 de febrero de 2018

Violencia de género en las sectas (IV)

TESTIMONIO. EXPERIENCIA DE UNA MUJER CON LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ (II) (continúa la entrada anterior)

Había llegado la sentencia del juez dándome a mí la custodia de las niñas, obligando a mi marido a pagar una multa y a pasar una pensión alimenticia a mis hijas.

En medio de todo, a mi marido, que ya no vivía con nosotras, pero que buscaba todas las oportunidades para hacerse notar y hacernos la vida imposible, no se le ocurre otra cosa que ir a la congregación y pedir un estudio bíblico. Un testigo comienza a ir regularmente a su casa, a pesar de mis advertencias de que este hombre pretende hacerme daño. Bajo la excusa de que a nadie se le puede negar la enseñanza de la Biblia, y de que Dios puede estar moviendo las cosas para que él cambie y volvamos a vivir juntos, el padre de mis hijos comienza a estudiar. ¡Con el tiempo comienza a predicar de casa en casa y no se pierde una reunión!

Se hace el mártir de la situación, va contando a todos cuánto me quiere, cuánto me echa de menos. Las hijas se ven en una situación confusa, humillante. Ya las recoge él mismo de casa para llevarlas a predicar, para ayudarlas en sus estudios de La Atalaya, para llevarlas a la Asamblea porque él tiene coche y yo no. Dice a todos estar arrepentido de la mala vida que me dio, que me quiere, que quiere volver con sus hijas.

La situación se hace tan atípica, que los ancianos y siervos ministeriales no entienden cómo una cristiana como yo no puede perdonar a un hombre tan arrepentido y que ni siquiera ha cometido adulterio.

Se empiezan a crear murmullos en la congregación. Me designan dos hermanas maduras y mayores, casi abuelas, para que me aconsejen y me guíen en el tema; dicen que soy muy joven, muy inexperta. Estas mujeres están prácticamente todo el día metidas en mi casa, contándome historias, "instruyéndome en la vida familiar", en cómo debo hacer las cosas, en cómo debo debo perdonar y reconstruir... Si no, Dios eliminará hasta a mis hijas de la faz de la tierra por el pecado de que su madre no perdonó a su padre..., que ni siquiera había mantenido relaciones sexuales con otra mujer.

Hay que aclarar que los testigos sólo admiten como motivo de separación el que uno de los dos haya mantenido relaciones fuera del matrimonio. De lo contrario, aunque tu marido te mate, has de aguantarlo toda la vida. ¡Y un marido puede matar a una mujer de muchas formas! No tiene por qué ser tan sólo físicamente. Las que hayan pasado por esto son las únicas mujeres que lo comprenderán.

Esta situación duró muchos meses, creí que me volvería loca, pues ya comenzaba a notar síntomas de debilitamiento mental. Tuve que darme de baja laboralmente.

Comencé a resquebrajarme cuando vi que hombres y mujeres de la congregación estaban todos de parte del padre de mis hijas. Éste venía a veces a casa llorando y acompañado de los ancianos que me decían cuánto sufría este hombre, "este buen hombre" por un corazón tan duro como el mío. Me sacaban alrededor de 20 textos bíblicos cada vez, para demostrarme lo mala cristiana que estaba siendo. Me dijeron que yo no era apta para el paraíso, si no perdonaba a mi ex-marido.

En uno de esos momentos de debilidad acepté que volviera a casa. Quería darle la oportunidad de que nos salváramos todos en familia, hacer una prueba de convivencia, pero puse una condición: él por lo pronto dormiría en una habitación y yo en otra. Esto no le pareció muy bien, pero los ancianos le insistieron en que aprovechara esta oportunidad, que yo necesitaba tiempo para adaptarme a la nueva situación. Además, yo le estaba negando la posibilidad de vivir para siempre en el paraíso, porque él había renunciado a bautizarse, si no lo acogía de nuevo.

Bien, él se bautizó y se hizo "precursor", pero siguió maltratándome física y verbalmente e intentando forzarme todas las noches a que durmiera con él. Hice saber esto a los ancianos y me respondieron que es muy duro para un hombre vivir sin relaciones sexuales, que esos impulsos eran naturales, que yo debía de comprender la naturaleza masculina, etc., etc.

Mientras tanto, ellos le animarían dándole privilegios en la congregación para que se sintiera más integrado y ocupado. Así, mientras mi marido me humillaba y me maltrataba, y los ancianos conocían esta situación, él daba asignaciones en la plataforma. Mientras mi ex-marido se emborrachaba y se gastaba el dinero, mientras yo trabajaba y él holgazaneaba, dejaron que siguiera de "precursor".

Como yo no paraba de denunciar delante de los ancianos su comportamiento, comenzaron a recriminarme a mí por no ser una esposa sumisa, ¡y lo hicieron "siervo ministerial"! La doble personalidad de mi ex-marido estaba dando sus frutos.

también abusos a menores 

encubrimiento de los casos 

"Es un círculo vicioso: quien te hace daño se encarga de tu justicia y te ofrece apoyo. Es traumático."

la justicia paralela de los Testigos de Jehová