viernes, 27 de noviembre de 2015

LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LAS SECTAS (I)

Como hemos visto en artículos anteriores, sabemos que existe la violencia de género en las sectas no en abstracto, sino en casos concretos en que las mujeres, madres, hijas, esposas, son objeto de malos tratos y de violencia basados en los cánones de la sociedad patriarcal, reforzados además con razones espirituales, de iglesia, de autoridad eclesial, de tradición, etc., razones que más bien se transforman en dogmas.

Sin embargo, las noticias que aparecen en los medios de comunicación nunca hablan de violencia de género en los grupos sectarios. Lo único llamativo que ha surgido al respecto fue en 2013 el caso del falso maestro shaolín de Bilbao que mató a dos mujeres. Pero, además de esto, no hay mucho más.

Parece que los periodistas y las fuerzas de seguridad del Estado encuentran en el shaolín el caso perfecto donde pueden mostrar que hacen bien por la sociedad, pero después ¿qué? ¿Dónde está el periodista que investiga las sectas destructivas sin caer en el sensacionalismo? ¿Dónde está el compromiso del Ministro de Interior, y de los cuerpos y fuerzas de seguridad con las ciudadanas que son víctimas de las sectas?

En el libro Diecinueve años de mi vida caminando en una mentira, Opus Dei, Ana Azanza Elío cuenta su vida en el Opus Dei como numeraria desde 1983 hasta 2002. El libro fue escrito dos años después de su salida. En ese tiempo, Ana tuvo ocasión de sufrir la persecución y las represalias por su abandono. Este libro quiere ser la voz de muchas personas afectadas por el Opus que no pueden reponerse de lo sufrido.

Ana Azanza entró convencida de un ideal religioso, y se fue porque para ella Dios y la fe están por encima de cualquier ser humano por muy poderoso que se crea o lo crean los demás.

La psiquiatría es el recurso favorito del Opus Dei para resolver las crisis de los que se van. A Ana Azanza le dieron dos bajas laborales "por enfermedad", sin que ella las hubiera pedido y sin baja de ningún médico. Había en el instituto donde trabajaba rumores sobre su supuesta locura, o recibía correos de numerarias que nunca antes se habían interesado en ella, invitaciones a dar charlas de orientación profesional cuando ella ya estaba fuera del Opus Dei.

De Ana decían las mayores, las directoras "no ha crecido", así era útil para ellas. La alternativa era estar "drogada", medicada por alguno de sus psiquiatras expertos en doblegar voluntades.

Ana Azanza describe que el opus dei considera "enfermedades" sentimientos y actitudes tan normales como echar de menos a la familia, el interés profesional y la amistad, y para las tres tiene antídotos que conducen a la anulación de la personalidad, a la deshumanización.

Sin embargo, Ana hizo estudios universitarios, incluso con las trabas del opus dei, y llegó a doctorarse en Filosofía. Con todo, la experiencia amplísima como profesora del opus dei no la puede poner en su curriculum, porque fue totalmente interna, pero el tiempo y las energías eran de Ana.

Cuando te convencen de que estás enfermo y te privan de todas las posibles relaciones o asideros al mundo real (profesión, familia, amigos), ya eres opus dei y hacen contigo lo que les da la gana, porque la persona, aunque se encuentre mal dentro de la institución, no sabe dónde ir ni sale. De ahí las terribles crisis de muchos que acaban yéndose de verdad enfermos, arruinados. El opus dei se ha comido las energías psíquicas de los numerarios y la alegría de vivir, han ahogado los ideales juveniles en el más sórdido de los pozos.

El opus dei tiene la teoría espiritual para los círculos externos y el discurso pragmático, el del poder, que emplean con éxito en los negocios, en hacerse amigos del diablo, en atemorizar al mundo entero, porque nadie tiene ganas de meterse en líos acusando al opus dei de sus fechorías.

Las injusticias que se amontonan alrededor de esta institución están reclamando que no sólo los que salen enfermos, sino los miembros y las familias se fueran a racimos del opus dei.

No hay profesor universitario que no haya sido "tocado" por el opus dei en España, incluso personas alejadas ideológicamente, por ejemplo Marcelino Camacho en 1990. Las sectas siempre quieren condicionar o participar del prestigio de otros. El opus dei sabe adaptarse a las situaciones más variadas siempre con el mismo objetivo: quedar por encima de todo el mundo.

El libro de Ana Azanza ofrece al final una bibliografía comentada sobre los testimonios críticos de esta institución sectaria. Destacamos, sin embargo, los libros escritos por tres mujeres.

María Angustias Moreno, que fue directora de algunos centros del Opus Dei, expone las contradicciones entre un espíritu en el que ella creía y la práctica a la que se le obligaba, en su libro El Opus Dei. Anexo a una historia (1976), y además publicó La otra cara del Opus Dei (1978).

María del Carmen Tapia, en su libro Tras el umbral (2004), cuenta sus avatares al pedir al Opus Dei la certificación de sus estudios internos (caso semejante al de Ana Azanza, que no puede poner en su curriculum toda su experiencia como profesora en el opus dei). María del Carmen Tapia llegó a ser numeraria del mayor nivel, pues fue secretaria regional de Venezuela. La historia de su salida es terrorífica y su testimonio es desgarrador.

Isabel de Armas, periodista que relata en forma de cartas sus ocho años, de 1966 a 1974, en su libro Ser mujer en el Opus Dei (2002), relata su inicial convencimiento de los ideales religiosos, pero no tardó en tocar las contradicciones internas de la institución. Vivió la mayor parte del tiempo pensando en marcharse, pero el Opus Dei juega con las personas que dudan, y utiliza argumentos para retener a las numerarias que no están a gusto.


http://zarauste.blogspot.com.es/2015/07/las-sectas-son-violentas.html

http://elpais.com/tag/caso_maestro_shaolin/a/

 http://zarauste.blogspot.com.es/2016/04/la-trata-de-personas-en-las-sectas.html