lunes, 11 de enero de 2016

LISTA DE LAS SERIES DE TELEVISIÓN QUE MANIPULAN A LOS ESPECTADORES

TODAS LAS SERIES

Desde Hawai 5.0 (1968) a CSI
Desde Barrio Sésamo a Los Lunnis
Desde Farmacia de Guardia a Acacias 38
Desde Los Simpson a Modern Family

Ejemplos:



Los Simpson

El público infantil es el más indefenso ante el impacto de los contenidos nocivos, porque, si no cuentan con una correcta mediación por parte de los padres y la escuela, pueden verse muy afectados. Los niños que se educan pegados a programas que no han sido ideados para ellos y que incorporan en sus propios esquemas pautas adquiridas (conductas, formas de hablar) de una fuente que no es apropiada entran en situaciones problemáticas.

La serie de Los Simpson, creada por Matt Groening, se remonta a los cortometrajes de The Tracey Ullman Show en 1987 hasta llegar a los 420 episodios. Se trata de una comedia televisiva de dibujos animados en un ámbito ficticio familiar, pero no es un programa infantil.

Se trata de un programa para adultos que suele dar una visión irónica de la sociedad estadounidense mediante las peripecias de una familia típica americana, de clase media-baja.

La serie se caracteriza por su alto componente humorístico y por contener numerosas referencias culturales de Estados Unidos. El escaso éxito del programa entre los adultos españoles radica en este marco de referencias bastante desconocido y en que los adultos españoles no se han sentido atraídos por la forma de vida y los valores estadounidenses. El atractivo para el público infantil y la estrategia de la venta de la serie en España se ha basado en el dibujo animado y en que uno de sus protagonistas, Bart, es un niño travieso.

Las críticas hacia Los Simpson se basan en que la serie ha sido presentada y publicitada como programación infantil, lo que permite que sea emitida en horarios de protección de los menores y, por tanto, que sea vista por niños, por niños que ahora están casi en las empresas y en las universidades.

Los niños no tienen necesidad de entender la serie como ha sido concebida, con el carácter de parodia y de sátira. En un acercamiento superficial, pueden ver la serie como un ataque al sistema político, económico, social; como el fomento de cualidades como la inmoralidad, la agresión o la falta de respeto a la autoridad e incluso la mofa del sentimiento cristiano.

Sólo los adultos podrían entender bien el esquema socio-cultural de la serie. Por eso es una serie inadecuada como para ofertarla por televisión a un público infantil.

Los Simpson no es una serie ideada para el público infantil. El 48,3% de personajes mayores de 45 a 64 años de la serie indica que los creadores piensan en un público destinatario adulto, no compuesto precisamente por niños. En cuanto al sexo, el 78,3 % son hombres y el 21,7% son mujeres, de lo que se infiere la gran desigualdad de género en las coordenadas narrativas, como personajes protagonistas, secundarios y episódicos.

Dominan, aunque con porcentajes bajos de ambos extremos, las actitudes positivas (dominio, actividad, optimismo, amistad, verdad) sobre sus contrarios. La excepción es la aparición del egoísmo (7,9%) frente al 4,2% de altruismo. Llama la atención el escaso porcentaje de afectividad demostrada entre los miembros de la familia Simpson. Aunque un 20% de las escenas tienen como mínimo un acto violento, la violencia no es un elemento importante en la narratividad de la serie. La representación de la violencia es masculina y adulta.

La mayoría de los actos violentos entre niños (31.3%) se atribuyen a Nelson y sus amigos, caracterizados como agresivos y problemáticos. Sus actos violentos quedan deslegitimados por la propia caracterización negativa de los personajes, por lo que los niños pueden fácilmente identificar sus actos como negativos.

En Los Simpson predomina el lenguaje coloquial, cercano a veces al registro vulgar, en boca de los hombres, casi nunca en mujeres. Es significativo el mayor porcentaje de palabras malsonantes, así como el uso de términos relacionados con las drogas y el alcohol, en los hombres. Así los personajes masculinos se presentan como seres rudos, con escaso poder de abstracción, pero con dominio sobre los personajes femeninos.


En esta serie, las situaciones de sexismo social son muy constantes. Al lado de expresiones machistas, los comportamientos discriminatorios son un elemento común de todas las escenas. La mujer es objeto de placer o la encargada de la casa y la sometida al hombre. Se crean estereotipos que se repiten en los personajes infantiles. El peligro del estereotipo es que suele conllevar un juicio de valor peyorativo respecto de personas y grupos desfavorecidos socialmente. Si los niños, y los mayores, asumen este estereotipo, llegan a pensar que lo que ven frecuentemente es normal y, por tanto, correcto.

El público infantil no llega a darse cuenta del aspecto irónico de la serie y seguramente no logra discernir entre lo real y lo que no lo es; entre lo que es un mundo de valores y lo que se presenta como un universo de contravalores, pero eso sí con una música al principio de cada capítulo que parece anunciar el evangelio del nuevo Homero (Homer Simpson) que nos cuenta una nueva épica de mediocres.












El objetivo de Barrio Sésamo era llegar a dominar las cualidades adictivas de la televisión y hacer algo bueno con ellas, como ayudar a los niños pequeños a prepararse para el colegio.

En palabras de Malcolm Gladwell, del instituto Tavistock, "Barrio Sésamo se creó en torno a una novedosa idea: la de que, si logramos captar la atención de los niños, podemos educarlos" Cada episodio hacía "ajustes pequeños pero cruciales" en cada segmento para captar la atención de los niños. Tras la primera temporada del programa infantil, sus críticos obligaron a los productores y a los investigadores a tratar a las claras los objetivos afectivos, esto es, la competencia social, la tolerancia de la diversidad, cuestiones de ecologismo, formas no agresivas de resolver conflictos, pero esto se hace a través de unos muñecos caracterizados como animales que discuten como vecinos y moralizan sobre cuestiones ecologistas, competencia social, tolerancia, etc. Se ofrece como única solución correcta aprender a ser tolerante, pero en medio hay canciones, lecciones de conceptos, lenguaje, etc. Mediante "ajustes pequeños pero cruciales" predisponen a los niños ya a ser tolerantes con todo (hasta con las costumbres más perversas)

Poco después de crear Barrio Sésamo, sus productores empezaron a desarrollar el "modelo CTW" donde se pretendía la interacción entre productores de televisión receptivos y expertos científicos infantiles, la creación de un programa de contenidos apropiado a la edad, la investigación para dar forma al programa y un análisis independiente de lo que aprenden los espectadores, pero hay estudios que demuestran que Barrio Sésamo no favorece el aprendizaje. "En muchos casos, da la impresión de que inhibe la capacidad de entender ideas más complicadas. Y lo que es más importante, los estudios indican que los niños parecen volverse 'adictos' al programa, y dicha 'adicción' los vuelve adictos a ver cualquier programa de televisión". Como escribió Neil Postman, de la Universidad de Nueva Yok, "si hay algo que reprochar a Barrio Sésamo es fingir que es un aliado del aula del colegio (...) Barrio Sésamo no estimula a los niños a que les guste la escuela ni nada que tenga que ver con ella. Los estimula a que les guste la televisión."

Edward Bernays, sobrino de Freud, ya lo decía en su libro Propaganda (1928): "La manipulación consciente e inteligente de las costumbres organizadas y de las masas es un elemento importante (?) de la sociedad democrática. Quienes manipulan ese mecanismo invisible de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder de este país (...) Nos gobiernan, moldean nuestra manera de pensar, forman nuestros gustos, sugieren las ideas, fundamentalmente, hombres que no conocemos de nada. (...) un número de personas relativamente pequeño que entienden los procesos mentales y las pautas sociales de las masas. Son ellos quienes manejan los hilos que controlan la manera de pensar del público y quienes aprovechan las antiguas fuerzas sociales e inventan formas nuevas de controlar y dirigir el mundo."
¿Puede alguien negar que en estas dos últimas generaciones ha habido un drástico cambio de valores morales?



La serie Cuéntame cómo pasó se considera una "visión retrospectiva controlada", donde los productores nos han puesto en contacto con las emociones más infantiles y banales y nos han provocado nostalgia por aquellos años. La nostalgia une a las personas que compartieron un pasado común, pero se utiliza para manipular a la gente a través de las emociones asociadas a esos recuerdos. Así Cuéntame cómo pasó llega a hacer el lavado de cerebro a las personas mayores. Como el efecto de la serie ha funcionado, se han ideado consecuentemente series de TVE con el mismo mecanismo de mensajes ocultos que distorsionan la verdadera historia, la memoria colectiva y la identidad nacional (El Ministerio del Tiempo).

Theodore Adorno, de la Escuela de Frankfurt, en 1944 sostuvo que los medios de comunicación, como la radio y, sobre todo, la televisión, podían utilizarse para "atontar a la fuerza" a la gente. "La televisión (...) promete intensificar drásticamente el empobrecimiento de las cuestiones estéticas".

Doce años después, Theodore Adorno escribió que "la televisión es un medio de control psicológico" para producir lo que desean los manipuladores de los medios. La programación de la televisión contiene mensajes claros, definidos por el argumento, los personajes, etc., y un mensaje oculto, que salta menos al entendimiento. A través de estos mensajes ocultos se pretende hacer el lavado de cerebro a la población. El mensaje claro, como el argumento, es el esqueleto a través del cual se meten los mensajes ocultos para hacer el lavado de cerebro a la población, a los ciudadanos del mundo.

Tenemos unos padres que fueron educados por la televisión, que han criado a unos hijos que han sido educados por la televisión, unos hijos que ahora empiezan a tener hijos a su vez; tres generaciones consecutivas sometidas al lavado de cerebro de la televisión y que no recuerdan haber vivido algo distinto.

La comunidad de personas creativas de Nueva York y Hollywood es lo que los lavacerebros llaman "un grupo carente de líder". No son conscientes de las verdaderas fuerzas externas que los controlan ni de que les han estado lavando el cerebro durante 40 años de televisión. Creen que son libres para crear. Los que crean los programas y las series de televisión obtienen su "inspiración creativa" recurriendo a su propia experiencia y a sus propios valores, que han pasado por un lavado de cerebro. Así se mantiene el sistema continuo.

Bibliografía
Los niños y el negocio de la televisión, 2011 (Pilar Fernández Martínez y otros)
Instituto Tavistock, 2011 (Daniel Estulin)
Propaganda, 2004 (Edward Bernays)
Television and Patterns of Mass Culture, 1954 (Theodore Adorno)